22 de septiembre de 2010

*La modernidad y su contradicción.

La gestación de edificios de estructura ligera, con escasa inercia térmica, los grandes cerramientos vidriados, hasta llegar a los muro cortina (permeables al frío, calor y radiación), los edificios de extensas plantas con zonas interiores sin alumbrado natural, etc.; sólo son posibles cuando se les incorporan técnicas de calefacción primero y de climatización después, el alumbrado de incandescencia y posteriormente el alumbrado fluorescente, etc.
Imagen: El oeste de la Ciudad de México.

Pero al mismo tiempo que se superan u olvidan las técnicas naturales y estructurales de control ambiental, las nuevas técnicas se incorporan dificultosamente al proceso de diseño. Siempre se tiende a concebirlas como "elementos añadidos" que además conviene ocultar al máximo. Así, hacia 1930, aparece el cielo raso como solución a una serie de nuevos problemas planteados, tales como la amortiguación de la reverberación del sonido en oficinas (placas acústicas) y la ocultación de la instalación de aire acondicionado, al mismo tiempo que la aparición del tubo fluorescente permite la creación del techo luminoso parcial o total.

Imagen: Cielo raso en techumbre.

Esta mentalidad de la arquitectura servida enérgicamente en forma invisible continua latente aún en nuestros días, aunque ya desde hace varias décadas han aparecido tendencias arquitectónicas que revalorizan estos elementos técnicos, incluso a nivel plástico, y como generadores de un nuevo lenguaje de formas.Este planteamiento de aprovechamiento expresivo de los sistemas energéticos de control ambiental ha llegado en algunos casos hasta el extremo de dejar la apariencia del edificio totalmente en manos de los mismos. A pesar de ello la generalidad de la arquitectura que se construye continúa relegando a la ocultación estas insolentes instalaciones, de las que no pueden prescindir los edificios actuales.

Imagen: Edificios en paseo de la reforma, DF, México, 2010.

Toda esta discusión de las instalaciones vistas-ocultas no llega a plantear el problema, seguramente más interesante, de la verdadera integración de la energía en los edificios, que sería el diseño del espacio con estas energías, luz, calor, sonido, ahora dominables. No se trata sólo de llegar a aceptar formalmente los elementos que subministran estas energías, se trata de saber diseñar las condiciones lumínicas, acústicas y térmicas, cosa que aún ahora es excepción o casualidad en nuestra arquitectura.

Los cambios técnicos a partir de la mitad del siglo XX son ya muy importantes. Los nuevos sistemas estructurales, como la separación en los edificios de la "piel" y los "huesos", permiten la difusión en la arquitectura internacional del muro cortina, que viene a ser la forma aparente de la arquitectura de estilo de este siglo (con un pésimo funcionamiento, como ha ocurrido siempre con la arquitectura de estilo).Las nuevas cargas ambientales generadas por los nuevos sistemas constructivos, se encuentran con solicitaciones más estrictas de confort. Todo ello convierte en obsoletas las soluciones ambientales mediante estructuras fijas y promocionan los sistemas de alto consumo energético. El bajo coste de una energía obtenida de fuentes fósiles hace que, comparando los costes de inversión y amortización con los de mantenimiento, es preferible el control artificial a los sistemas constructivos.

A pesar de ello continúa latente una concepción del espacio que no nos atrevemos a superar. El espacio energético es una superposición de nuevos sistemas sobre un espacio conceptualmente estructural, "espacio contorno", limitado y cerrado aunque sea con sistemas de escasa y defectuosa función de barrera o filtro, como el muro cortina.Lo que no deberíamos admitir hoy, es la perpetuación de la deficiente situación actual, donde las instalaciones de control ambiental, así como ocurre con las de servicio, se superponen a edificios concebidos sin pensar en ellas. Se perforan paredes, se revientan tabiques, se deforman espacios, se encarecen los materiales y se alargan los tiempos de ejecución, etc.

30 de junio de 2010

Earthbag Dome Workshop in Tepoztlan, Mexico



En este video se muestra de forma simple, como construimos un domo de tierra (construcción circular) de 2.5 mts. de diametro con superadobe en Tepoztlan de Morelos.

En forma resumida el video nos muestra;
  • El diseño de la estructura de la cúpula.
  • Cimentación de la cúpula.
  • Pruebas de suelo, prueba de jarras. Formula; 7 piezas de tierra, 3 partes de escoria, añadir 2 partes de cal y añadir agua. Mezclado, con una mezcladora de concreto, con una lona.
  • Corte de bolsa, llenado de una bolsa, poniendo fin a una bolsa en el primer anillo.
  • Apisonamiento.
  • Alambre de púas. Características del alambre; 4 puntas y doble alambre. Corte. Colocado,  2 alambres de púas para los cadenas de cimentación. Marcador para el corte de la bolsa y alambre de púas.
  • Nivelación y la forma de instalar la puerta.
  • Llenado de bolsas. Doblado de los extremos de la bolsa (para facilitar su llenado). Como terminar el llenado de la bolsa, se mete el extremo sobrante de la bolsa debajo de la misma bolsa.
  • Nivelación de cada fila de sacos. Nivelación de anillos con un nivel de agua, a partir de la altura del compás. Alinear y cortar las bolsas de acuerdo al compas, compactación en un ángulo.
  • Reforzamiento. En el enclavamiento de la puerta reforzar cada 4 filas, enlace e intersección del alambre de púas del contrafuerte a la cúpula principal. Colocado de alambre de púas en cada fila.
  • Pruebas de la gravedad y formas de las ventanas
  • Construcción de ventanas, corte de la madera para la forma de ventanas.
  • Instalación de ventanas, inserción de una ventana de tuberías (fácil instalación), instalación de ventana forma redonda en la curva de la cúpula, forma para una ventana gótica y su apoyo, colocación de bolsas ventilador cortas para la proyección de aleros.
  • Entrada, contrafuerte, construcción de la forma para el arco puerta.
  • Aplanado. Mezcla de yeso cob, formula; 1 / 2 tierra, 1 / 2 estiércol de caballo y el agua. Pisar la mezcla con los pies para revolver y mezclar con la pala. Cubrir por 3 días para curar. Rellenedo de las uniones entre las bolsas. Aplicacion de las empanadas de cob en los sitios faltantes.

Del Jacal al Superadobe

"La tierra se convierte en oro en manos de los sabios" Rumi
El hombre, en su etapa inicial de desarrollo, estaba en constante movimiento, siguiendo pautas de caza y recolección dictadas por la región donde vivía.
La naturaleza migratoria de su subsistencia hacía imposible la construcción de una morada fija, a medida que se refinaban las pautas de caza y recolección, se repetían las visitas a muchos de los sitios más deseados (cuevas, barrancos, con proximidad a comida y agua). Este fue el comienzo.

Los refugios mas antiguos donde se utilizo la tierra fueron con el tiempo, de refugios temporales ha estacionales; hechos de matorrales y ramas pequeñas, usualmente cubiertos de lodo para aislarlos del agua. La palabra jacal es el término común para este tipo de construcción.

A medida que aumentaron los conocimientos agrícolas hasta aumentar el nivel de cultura de la fase cazador-recolector hacía la de cultivo más intenso en localidades fijas, también aumento la necesidad de refugio. Estor primeros refugios eran en parte subterráneas, creando una especia de cueva, forma con la que el constructor estaba familiarizada, y fueron llamadas casas fosa. Para su elaboración se empleaban diversas técnicas de construcción de muros, incluyendo mezcla de lodo, grumos de barro y un tipo de ladrillo rudimentario formado en canastillas, llamado construcción tortuga.

El desarrollo del ladrillo (adobe), una unidad modular prefabricada de albañilería, hecha de barro secado al sol, ocurrió en niveles de civilización más avanzados.
La utilización de ladrillos prefabricados empezó con la necesidad de una técnica de construcción más rápida y eficiente, ya que el secado de los muros de barro húmedo y moldeado tomaba mucho tiempo.
Imagen: Casa de Adobe en Tetela del Volcán, Morelos, Méx. Mizrain, 2009.

Otro tipo de ladrillo muy común en muchas áreas es el terrón herboso recortado. Este solo se puede obtener en tierras cenagosas del lecho de ríos. Se recortan, con una pala, porciones del terreno con una fuerte estructura o alfombra de raíz de hierba que se deja secar apoyados de lado, y luego se usan como ladrillos para construir muros. Estos adobes producen muros resistentes y durables.

Con la aparición del ferrocarril llego un abundante suministro de materiales manufacturados a los que no se tenía acceso anteriormente.
Al aumentar esta presión, la utilización del ladrillo de adobe empezó a declinar gradualmente. A pesar de esta tendencia, todavía persistió el uso del ladrillo de adobe en áreas rurales, y por razones de economía, en muchos edificios comerciales.

En las décadas a partir de 1940 y la Segunda Guerra Mundial, la devoción por materiales más modernos llevó al desuso de la tierra para construir.

Durante el relativo alejamiento del escenario para toda una generación de arquitectos, ingenieros, maestros albañiles y constructores, que usaran la construcción con tierra, se perdió esta tecnología.

A finales de los años setenta el iraní Nader Khalili desarrolló el “superadobe”, una técnica de construcción a base de sacos de arena y alambre de espino. En 1987 fundo el Instituto de California de la Tierra de Arte y Arquitectura (Cal-Earth). Un instituto dedicado al estudio de la arquitectura de tierra.

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